lunes, 11 de abril de 2011

Tu


Como puedo maldecir el susurro de tu voz
Odiar lo sutil de tu mirada
Aborrecer lo enervante de tu aroma
Si la evanescencia de tu ser
Lo volátil de tu persona
Lo intermitente de tu presencia
Es lo que sustenta mi existencia

Agonía


Estoy en agonía
Afuera el tiempo corre, la vida surge; aquí adentro, los segundos lastiman, los colores se desvanecen, los aromas se volatilizan.
Estoy en agonía
El sufrimiento es parte de mi piel, el dolor corre por mis venas, la nostalgia es mi respirar.
Estoy en agonía; por tu ausencia, por tu recuerdo, por ti.

lunes, 14 de marzo de 2011

Vida.


Mi mente sigue divagando en esta soledad.
Mis ideas siguen escapando en esta tristeza.
Mis actos siguen surgiendo en esta incertidumbre.
La soledad sigue oprimiéndome.
La incertidumbre no me deja pensar.
La confusión me desorienta.
La nostalgia me deprime.
La verdad me deja sin vereda.
Y yo sigo caminando en esta vida incierta e inútil como siempre.
Mientras la vida simplemente se ríe una vez más de mí.

lunes, 7 de febrero de 2011

Hoy


Hoy quiero entenderme, quiero saber por que mis perspectivas cambian tan rápido y sin previo aviso.
Hoy quiero encontrarme en esta gran tormenta de ideas, quiero saber que no soy solo un ente vacio, quiero encontrar eso que me llene.
Hoy quiero olvidarme de mi pasado y presente, borrar mi probable futuro, y empezar de nuevo.
Hoy quiero verme en el espejo y reconocerme, modificarme y aceptarme.

Dudas y castigos


Hoy la duda, esa duda inherente se ha apoderado de mí.
Quiero saber que quiero, que siento, que pienso.
Y en el aire, de esa enorme confusión, solo una pregunta emerge:
¿Tu, Quien serás tú?
No lo sé y no estoy seguro de querer averiguarlo.
La duda es mi castigo; la respuesta un eterno fallido.

miércoles, 19 de enero de 2011

Sueño y playa

Un sueño, una noche, un momento de dos personas, caras desconocidas para mi, simplemente un momento, hermoso por lo simple que llego a ser…
Ella acostada de nuevo sobre la arena, el sol brilla sobre su rostro, mientras ella cerrando los ojos escucha el sonido del mar… hipnotizada y viajando…
Los dos esperan juntos el atardecer de aquel dia, en algun lugar de algun mundo…
El se acerca lentamente y se sienta a su lado, contemplando en silencio, su silencio..
Desliza sus pies sobre la arena para lograr cruzarlos.. La mira y sonrie… mueve su mirada y cierra los ojos frente a aquel inmenso mar y asi poder escucharlo…
Solo un instante, un instante sin tiempo, sin palabras…Solo un instante
Una pareja, edad no la pude deducir con exactitud, pero parecieron ser mayores de unos 30 años.. pero a pesar de que han pasado los años aun conservan el momento de encuentro de sus miradas, caminatas en el viento sin palabras ni tiempo, observar que las estrellas aun brillan en su techo, que aun el viento les cuenta al oido sus secretos, que el sonido de aquel mar aun los hipnotiza y les permite viajar, que el arbol de sus sueños crece a pesar de las tormentas…y aun siguen ahí contemplando juntos aquellos silencios….
Tal vez ese sueño en aquella noche no existio, pero el momento, como lo senti al imaginarlo.. fue muy bello…
Solo queria compartir un momento…

Berenice Cruz

sábado, 15 de enero de 2011

Diario de una rutina


Hoy es otro día como cualquiera me despierto con la dificultad de siempre pensado en la rutina de un día más. Sentir la presión del tiempo sobre mí, evita una vez más disfrutar el elaborado desayuno que al probarlo, espero no mas que se sea un día en el que el tiempo este a mi favor y disfrutar esas cosas tan simples pero abundantes; -pienso a demás si hoy habrá o no desayunado, ya que presumo que no tiene una rutina como yo la tengo-.

 Al salir el día aun no es día pero se asoma en el horizonte lo que me espera una mañana fresca y tal vez solo tal vez una tarde agradable, rogando por que no sea una de esas en las que la temperatura estropea el día; una de esas que odia bastante. Hay poca gente aun pero sé que eso no durara por mucho tiempo, las calles del centro se ven tan diferentes, uno no se imaginaria el cambio tan radical que sufre en un par de horas; -“¿cambios? la gente no cambia solo aparenta hacerlo” dije,  si claro, contesto, es lo que tú dices pero… y una de esas explicaciones tan profundas y a la vez tan simples, vaya que era razonable-. El trayecto siempre es tranquilo a no ser que me encuentre con alguien conocido y nos ofrezcamos un saludo y algún comentario sin pasar a mas; disfruto el café que como de rutina llevo para intentar despertar y mantenerme así  por un rato, aunque no me ayuda en mucho porque a decir verdad los efectos del café hace tiempo que dejaron de hacerme ni cosquillas, pero en fin es un placebo; -tal vez solo eso fue siempre su compañía un placebo que me surtía efecto-.

El resto del día pasa como cualquier otro sin cambios ni ánimos, a no ser por los sucesos que me hacen recordar y a veces extrañar; alguno que otro problema y confusión que me distraen pero que son pasajeros; -para mí todo solía ser pasajero hasta su presencia lástima que la mía no lo fue-. Conversaciones sin un sentido, en fin cosas solo para pasar el tiempo; tiempo eso que aquel famoso escritor ingles C. S. Lewis escribió una vez “El futuro es algo que cada cual alcanza a un ritmo de sesenta minutos por hora, haga lo que haga y sea quien sea” pero parecía que su presencia hacia que esa velocidad se alterara a mi favor; en fin el tiempo siempre es relativo.

Camino al hospital soportar las platicas tan absurdas de mis compañeros; a-unque la mayoría de nuestras conversaciones eran así absurdas las que si tenían sentido las recuerdo bastante bien-. La entrada al hospital como lo habitual llenar el registro de asistencia lo cual me quita uno o dos minutos, después de eso la entrada al área de urgencias solo para enterarme que la doctora otra vez no se presento, bueno ahora a trabajar un rato con el intento la supervisión de cualquier otro médico si es que recuerdan que los estudiantes estamos ahí,  siempre imagine urgencias como las pintan en películas o series, recuerdo mi primer día todo tan tranquilo, sobre todo los médicos “Si me ocupan estaré leyendo y traduciendo un articulo, con una almohada bajo el brazo, en tal idioma”. Dependiendo de la clase de pacientes que se presentan con los ánimos que me dan de trabajar, platicar con el paciente, o simplemente distraerme con cualquier otra cosa, aunque por lo regular es lo último, las historias de los pacientes siempre son entretenidas, empiezas preguntando que le paso y terminan algunos llorando otros riendo y otros cuantos apenas te contestan, en fin todos terminan muy lejos del punto inicial; -el cruce de nuestras vidas así fue nunca ni siquiera imagine que podría terminar tan allegado a una persona que conocí por mera casualidad de separación en grupos para fomentar la pedagogía-; ¡Oh! Un cuarto rojo, es el termino que le designan los médicos a la situación en que un paciente de urgencias en verdad va a urgencias, es lo único que me despierta, aunque la mayora de las veces es falsa alarma. Algunas personas se sienten muy cerca de la muerte estando en urgencias y al parecer a la mayoría les da miedo y algunos de ellos lo toman como el mayor de todos sus temores; -miedo era saber que no estaría ahí, pero yo propicie eso, me arrepiento, pero hoy es demasiado tarde, se ha ido y no sé si regresara-. Por fin la salida, para estas horas del día ya tengo hambre, pensar que llegare a casa a comer me tranquiliza por un momento.

El trayecto de regreso a casa es como todo rutinario y largo aunque las distancias no lo sean pero vaya que se pierde el tiempo, pero al menos tengo un tiempo para estar con migo y a veces pensar, el transborde es lo entretenido del regreso ver ese cambio en la ciudad y capturar algunas imágenes con mi mente, como  esas simplezas que uno paga por ver en exposiciones de fotografía y que me gustan mucho, cuando se da el momento; -creo que lo sabia aunque nunca se lo dije; pero me conocía.- Llegar al segundo camión que me llevara a casa, subo como siempre sin fijarme en que ruta y como siempre a la mitad del camino empiezo a pensar que ruta habré tomado, y como rutina antes de salir de la base el típico señor que vende cacahuates o pepitorias a dos por cinco pesos, de vez en cuando se sube alguien a cantar, de todo un poco, empezando tipos que cantan y tocan su marimba al son de un jarocho pasando por los que solo tocan música muy entretenida por cierto, cantautores como el famoso teacher del rock y llegando hasta gente que canta sin música y la mayoría sin afinación, son un distractor mas; -la música, su pasión, como me puede distraer si me hace recordar esas tarden en los cafés, donde hay un piano y su talento salía a flote-.    

Al llegar a casa lo primero que hago es comer muy pocas veces lo hago con hambre pero es parte de la rutina; la comida libera sustancias químicas que satisfacen, -comía cuando no estaba o no podía atenderme y me sentía ligeramente mejor, pero sabia que estaría en cuanto pudiera, ahora ya no está y el comer no satisfará mi necesidad-. Un momento de descanso o al menos eso tomo como excusa para seguir sin hacer nada, veo la televisión con tal indiferencia que incluso a mí se me hace absurdo fingir que la disfruto; -pero fingir es algo que hago muy bien nunca fingí en su presencia pero si lo hago ahora en su ausencia, cuando fingía lo hacía tan bien que nadie se percataba si fingía o en verdad lo sentía, lo pensaba o lo hacía;- en cuanto logro salir de ese trance imaginario regreso para encontrarme con una tarde tan aburrida como todas pretender que la tarea me agota e intentar terminarla por lapsos entre los que se entrecruzan comidas, platicas o canciones que suenan en toda la habitación tan solitaria; -dicen por ahí que todas las cosas se parecen a su dueño, me pregunto cómo será su cuarto: lleno, centrado, organizado tal como parecía su actitud no lo sé y creo que nunca lo sabré-.

Sigo perdiendo el tiempo mientras la luz se va haciendo más tenue con forme el ocaso se avecina, a veces me distraigo con eso saliendo al balcón y ver como otro día se va frente a mi sin progreso; -hubiera preferido que así se fuera poco a poco pero no, lo hizo como  lo hace el interruptor de la pared, de un momento de luz a uno de oscuridad, en cuestión de segundos solamente-. Ahora con la oscuridad por donde sea me empiezo a cansar y decido no fingir más, apago la luz en mi habitación y la penumbra me da tranquilidad para descansar de mi por unas cuantas horas, a no ser por la presencia du un sueño; s-ueños son los únicos lugares donde sigue presente, donde sigue ayudándome y en algunos solo en algunos pocos soy afortunado de regresar el favor-. Así es día a día con la rutina de la soledad y la melancolía.

L.M.